Ayer el Parlamento
británico brindó una buena lección del
correcto funcionamiento de una institución creada para y con el pueblo. Cuando
parlamentarios del mismo grupo político que gobierna fueron capaces de votar
siguiendo los dictámenes de sus propias convicciones y conciencia social. Y no
sumisamente, tal blanco
cordero, a la conveniencia de los dirigentes del partido político en cuyas
formaciones militan y representan en la cámara baja.
Los treinta o cuarenta parlamentarios
laboristas que ayer votaron a favor de la moción contraria son el digno ejemplo
de conducta que yo esperaba se hubiese dado en muchas de las ocasiones de la
corta historia de nuestro sistema democrático parlamentario. En este sentido,
sin ir más lejos, a lo largo de este amargo 2005, tanto en el Congreso de
los Diputados, como en los distintos Parlamentos autonómicos, en los que se
han formado gobiernos, aprobado leyes y disposiciones al margen, de espaldas,
ciegos y sordos, al sentir popular y del bien común, el de todos. En España es
la desgraciada y equívoca tónica.
Parlamentarios que, en contadas excepciones,
olvidan el qué, el por qué y para qué son. Es decir, representantes de la
soberanía popular, la de todos, en virtud de lo cual están, y, consecuentemente, defender los intereses comunes de sus representados. Con sueldos generosos, los cuales sin pudor y casi siempre por
unanimidad se los suben , condiciones de pensión y jubilación que nada tienen que ver con las del resto de sus conciudadanos, ausencias injustificadas en muchas de las sesiones parlamentarias y hasta capaces de dejar a otro que oprima el botón de su voto o de votar por otro, pero incapaces- eso nunca- de tomar
decisiones propias en virtud de tan sólo las razones y argumentos que en el
Parlamento se den. Su voto seguirá el tenor de las consignas a ellos dadas
por los hacedores de las listas electorales del partido.
En resumen, siento enorme decepción y tras lo ocurrido ayer en el Parlamento del Reino Unido, indignación,
rechazo y ganas locas de exigir cambios
en los rumbos y estructuras de esta nave llamada España que navega
contra corriente y vientos imperantes. Cuya suerte, peligros e incertidumbres
compartimos todos los que con ella vamos. Y si bien
no sé a quién
exigir, sí a quién acudir, a Dios todopoderoso, y rogarle, encarecidamente, proteja y ayude a
este pueblo español a vivir en paz y concordia, común bienestar, dignidad y
justicia social.
24 de febrero de 2019: Mucho ha llovido en España
desde que escribí este comentario, allá en el 2005. Si entonces envidiaba la
actitud de algunos de los parlamentarios británicos por romper la disciplina de
partido y votar a tenor de su conciencia social y convicciones éticas, pues no
digo al presente, tres lustros más tarde, viendo como veo y principalmente
experimento, sufro, el panorama actual español. En el que a pesar de las muy
críticas ocasiones habidas en estos últimos años, nuestros parlamentarios,
todos, los del Congreso y también los autonómicos, sólo han servido y sirven para aplaudir
al líder del momento y refrendar con su
voto sus decisiones y proyectos, aunque éstos, de facto, impliquen la ruina
colectiva. La de todos, o sea, la de esta vieja nación, España.
Me
ratifico pues, en la de exigir un cambio inmediato en la ley electoral con la
exigencia de requisitos en los perfiles y currículos de los posibles
representantes y también una democratización de sus condiciones laborales y de
pensiones.
11 de febrero de 2022: El caso Sayas y García Adanero con su voto negativo a la reforma laboral del gobierno socialista-unidaspodemos, que rompía la disciplina de partido de su formación, UPN, que, según parece, había pactado ello con los socialistas navarros, ha puesto en evidencia una vez más, la necesidad, a mi juicio, de una reforma urgente en los requisitos exigidos a los parlamentarios y también en sus derechos y obligaciones.
8 de julio de 2022: De nuevo el Reino Unido nos da lecciones. Esta vez con la dimisión de Boris Johnson, obligado por los propios. ¡Olé, olé y olé por los británicos!
11 de diciembre de 2022: Frente a los positivos y vivos ejemplos brindados en este 2022 por el parlamentarismo británico, a los que podríamos unir el muy reciente de Perú ante el autogolpe de estado de Pedro Castillo, tenemos los ofrecidos en el Congreso español, con la ley conocida como Sólo sí es sí, aprobada por 205 votos favorables , y que pese a ello no se ponen de acuerdo para su inmediato arreglo, así como la eliminación del delito de sedición del Código Penal y el más que posible cambio del de malversación, todo ello con la finalidad de contentar a los socios de gobierno.
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