Copio y pego algunos de los párrafos de este artículo, publicado por El Mundo, en marzo de 2012.
Dos años largos, casi tres, han transcurrido desde entonces, muchos de los que en ese año eran empleados de bancos y cajas, ya no lo son y, con mucha probabilidad, estén en situación de paro. Pero, para mayor contraste, no porque ellos lo hayan decidido así, y acabar con tan agobiante y, en la mayoría de casos, injusta situación, sino porque las otroras solventes entidades financieras en las que trabajaban han desparecido del mapa. Unas por ,técnicamente, estar (haber sido llevadas)a la bancarrota(léase "rescatadas"), y todas, luego de absurdas fusiones que fueron diezmando en cada nuevo proceso las respectivas plantillas, y, en especial, las que "gozaban", por antigüedad o méritos, de condiciones laborales del pasado. Mientras que los hacedores, los que dirigían y mal administraban y gestionaban estas entidades, y se embolsaron emolumentos astronómicos, se marchaban impolutos e indemnes; y, ni tan siquiera desprestigio profesional
Los hechos, bueno, rectifico, algunos de los hechos conocidos en este 2014, en relación a los miembros de los consejos de administración de algunas de las cajas rescatadas, tal como lo de las tarjetas opacas de Bankia, tan aireadas en los medios; o, la imputación con elevadísima fianza a Moltó, ex presidente de la CCM; o el bochornoso juicio contra los máximos responsables de Caixa Penedés, beneficiarios entre otras prebendas de "suculentas" indemnizaciones . Y por citar un ejemplo más reciente y también, digno es de resaltar, con más discreto pase en los medios, es decir, casi desapercibido, de las cantidades realmente percibidas por Todó y Massana, ex presidente y ex CEO de Caixa Catalunya, que no fueron informadas al Juzgado. Incido en que son sólo cuatro ejemplos, pero a mi modesto entender suficientes para apoyar mi razonamiento en cuanto a que vivimos en una bancocracia, en la que los banqueros son intocables, hagan lo que hagan, siempre se irán de rositas y otros se comerán el marrón que ellos provocaron:"Ladrones, sinvergüenzas, mentirosos. Nos habéis engañado". Trabajar hoy día en un banco de cara al público implica tener que hacer frente a acusaciones de este porte en cualquier momento. El mal trago no acaba ahí: además, se ha disparado la presión desde la dirección de las entidades por recaudar dinero rápido con la venta indiscriminada de productos y el cobro de comisiones.
"Yo llegaba a la oficina con pinchazos en el estómago por la angustia de saber que vendría una clienta a reclamarme por enésima vez su dinero [�] Nunca había vivido una situación así"
"..., los empleados tienen también que apechugar con una presión sin precedentes desde las cúpulas directivas para captar fondos: "Nóminas, planes de pensiones, préstamos a los que les puedas ganar dinero rápido... hasta nos estamos convirtiendo en vendedores de seguros, porque el banco gana mucho dinero con las labores de intermediación"
Tras años de reestructuración y rescates, el sistema bancario español debe todavía realizar provisiones de al menos 50.000 millones, según el ministro de Economía, Luis de Guindos, para sanear sus balances por su exposición en el sector inmobiliario.
...la consigna es "vender, vender y vender". La función comercial abarca ahora desde el director de sucursal hasta al empleado de caja, y la feroz competición enrarece en muchos casos el ambiente de trabajo. ... cada vez prima más el interés del banco sobre el del cliente: "
Como el grifo de la financiación en el mercado está cerrado y la captación de depósitos tampoco fluye, la "presión que recibimos ahora de la dirección está en vender productos a tipos de usura y cobrar comisiones", ... "Casi cobramos por entrar en la oficina"
"En la venta de productos de inversión complejos "ha habido mucha desinformación al cliente, o incluso falta de formación de los propios empleados. No siempre se trata de un engaño", dice Contreras, de Adicae."
Muchas veces el sinsabor es simplemente compartir el mal momento por el que pasa un cliente: "Algunos días te vas a casa con depresión si ves a cuatro o cinco clientes que no pueden pagar; gente a la que conoces desde hace años y con la que tienes incluso cierta relación", relata Mario. Entre los más afectados, reconoce, pequeños empresarios, que sufren en sus carnes (y en sus cuentas) los retrasos en los pagos de las administraciones públicas.
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