En Holanda también se han cumplido los vaticinios respecto al triunfo del "No" al tratado de la Constitución de la Unión Europea de los 25. Al igual que en Francia, este "No" encierra no sólo el rechazo de una mayoría del pueblo holandés al nuevo texto de la Constitución de UE, sino, también, a sus gobernantes y a sus formas de gobernar. Gobiernos distanciados de la realidad ciudadana cotidiana, de sus verdaderas necesidades e inquietudes.
Todo parece indicar que en esos países, como aquí, no convergen los intereses políticos y oficiales con los de los ciudadanos de a pie. Aunque, según creo, nuestra gran diferencia con estos países está en que en ellos existe una práctica democrática y continua desde hace ya muchos años que les capacita, les dota de un poder crítico efectivo para, ante temas de importancia crucial para el bien común, despojarse del traje ideológico y utilizar su cerebro; su capacidad de razonar, de ver las evidencias del día a día y cerrar los oídos a las tergiversaciones y engaños.
Todo parece indicar que en esos países, como aquí, no convergen los intereses políticos y oficiales con los de los ciudadanos de a pie. Aunque, según creo, nuestra gran diferencia con estos países está en que en ellos existe una práctica democrática y continua desde hace ya muchos años que les capacita, les dota de un poder crítico efectivo para, ante temas de importancia crucial para el bien común, despojarse del traje ideológico y utilizar su cerebro; su capacidad de razonar, de ver las evidencias del día a día y cerrar los oídos a las tergiversaciones y engaños.
Reproduzco a continuación los significados del "No" mayoritario del pueblo holandés citados en el artículo de Reuters: "...es el último signo de la ira holandesa con la élite política desde el asesinato en 2002 del político populista anti-inmigración Pim Fortuyn, y la incomodidad desatada el año pasado con la muerte de Theo Van Gogh, un cineasta crítico con el Islam". La hostilidad al euro, los temores de un súper estado europeo, preocupaciones por la inmigración, la seguridad y la pérdida de influencias en Bruselas al igual que el desencanto con el Gobierno y la lenta economía avivaron el 'No' ".
Resumiendo, entiendo la negativa de quienes votan "No" como una protesta, una contestación, no a la vieja y cristiana EUROPA, sino a la Europa creada artificialmente por unos políticos que viven en otro mundo: el de sus intereses y apaños particulares.
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