Entre más leo y releo acerca del escándalo del Palau de la Música Catalana, más me reafirmo en la idea de la enorme responsabilidad de la Administración Pública, central, autonómica y local, en este bochornoso asunto. Porque es evidente , al menos para mí lo es, que los Millet-Montull y los intencionadamente no aclarados socios y cómplices suyos en este “negoci”, ninguno habría podido actuar sin el concurso, concierto o consorcio – cualquiera de estas palabras se puede emplear- de la tan compleja como incompetente y lejana maquinaria en que se ha convertido nuestra administración.
Compleja, incompetente y lejana porque múltiples son los cuerpos e instituciones que la componen(ministerios, autonomías, etc.). Cuyos cuadros jerárquicos, funciones, leyes y ordenamientos reguladores, controles, controladores y ámbitos de jurisdicción o competencias se duplican y solapan, e inducen a los muchos de los ciudadanos de a pie, confusos y asustados, a desistir, desde un principio, de cualquier reclamación; por no conocer ni a quién dirigirse, ni cómo hacerlo; y, tampoco, el cuánto y menos el cuándo de la resolución del tema. Lo cual le obliga a buscar la ayuda de expertos(abogados, asesores, peritos, etc.), que, como es obvio, aumentan los ya de por sí elevados costes.
En resumen, la administración pública española, en lugar de ser un modelo eficaz de organización burocrática al y para servicio de toda la ciudadanía, se ha convertido en un poderoso monstruo policéfalo y antropófago, sustentado sobre una red tupida de corruptos y corruptelas, prevaricatos y prevaricadores. Corruptos y prevaricadores que crecen a ritmo exponencial y son los únicos que viven bien en este viejo país, llamado España. Individuos de derechas y de izquierda, nacionales y nacionalistas, de cuyas ilimitadas ambiciones de poder y codicia desaforada derivan los males profundos que nos aquejan. Lo han pervertido todo. El olor de la putrefacción invade hasta el último rincón. ¡Qué horror!
Trataré de mostrar cómo lo del Palau es la muestra más evidente de lo arriba dicho.
Seguiré,pues, si Dios lo quiere.
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