sábado, 22 de octubre de 2011

¿Cayó España? (I) (La farsa etarra)


El pasado jueves fue un día substancioso en lo que a informaciones se refiere. De dentro y de fuera. Obviamente, me centraré en las internas, las que afectan a España.
Empezaré por lo de ETA y su anunciado, con perdón de la redundancia, anuncio de no sé cómo denominarlo. ¡Es lo mismo!, porque quiénes me importan son las víctimas, cómo les ha sentado la pantomima creada en torno a este comunicado de los terroristas. Parodia que había tenido su introito el  lunes 17 de octubre, con la escenificación de una conferencia de paz para resolver – dijeron- un conflicto entre los terroristas y cabe suponer, el pueblo español. Particularmente todo esto lo considero una burla, burla cruel no sólo para las víctimas y afectados directos de los actos criminales de estos sanguinarios y cobardes asesinos, sino para toda  la Nación Española, sufridora como aquellos  durante tantos años de sus crímenes y violencias injustificados. Por lo que   si las autoridades que nos gobiernan y las que nos puedan gobernar en un futuro próximo, no hacen  nada decisivo y efectivo, vendrá a demostrar no que España se cae, sino, simplemente, España cayó. Y ha caído por  la incuria más absoluta de los gobernantes y de los gobernados. Porque en un país, en una sociedad en la que impera todo desafuero, desorden, abusos de poder, injusticias, desequilibrios, etc.,  sin freno alguno, ni tan siquiera posibilidad de castigo o sanción seria  para quienes los hacen,  no puede tener buen final. Como se lee, no son optimistas mis reflexiones de hoy. Pero no sólo es por lo de la ETA, sino por el conjunto de noticias y hechos de los que oigo o leo se están sucediendo en esta España de mis amores. Seguiré en otro rato.  

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Este blog es el medio de expresar mis particulares reflexiones e ideas sobre la realidad que me rodea, así como las sugeridas por la lectura de libros y artículos de prensa. No es crítica literaria, no tengo conocimientos para ello. Expongo , tras muchos esfuerzos, lo que mi corazón me dicta. No es mi intención la de ofender ni herir a nadie. Tampoco, pues, me gustaría ser objeto de heridas u ofensas por discrepar con mis particulares opiniones y gustos.