Tengo muchas noticias leídas estos últimos días pendientes de comentar. Todas igualmente importantes. Entre estas noticias se hallan las continuas, casi cotidianas, que leo acerca de los emigrantes procedentes de África. Muchos de los cuales nos siguen llegando por mar a bordo de embarcaciones en estado ruinoso. No hace mucho fue noticia un barco que entre sus ocupantes llevaba numerosos bebés y mujeres, alguna embarazada.
Este verano, pienso, nos llegan este tipo de noticias algo solapadas. No son titulares ni tampoco nos dan las conmovedoras imágenes de estas pobres gentes aterradas de frío, exhaustas, asustadas y huidizas a las cámaras, envueltas en mantas. Pero, las den o no; las veamos o no; se producen. Siguen llegando por vía y medios ilegales muchas personas. Es decir, continúa el negocio del tráfico ilegal de seres humanos. ¿Hasta cuándo? ¿Por qué no oímos nunca de la desarticulación de las organizaciones criminales que controlan y actúan, por ejemplo, entre España y Marruecos en esta perniciosa actividad?
Este verano, pienso, nos llegan este tipo de noticias algo solapadas. No son titulares ni tampoco nos dan las conmovedoras imágenes de estas pobres gentes aterradas de frío, exhaustas, asustadas y huidizas a las cámaras, envueltas en mantas. Pero, las den o no; las veamos o no; se producen. Siguen llegando por vía y medios ilegales muchas personas. Es decir, continúa el negocio del tráfico ilegal de seres humanos. ¿Hasta cuándo? ¿Por qué no oímos nunca de la desarticulación de las organizaciones criminales que controlan y actúan, por ejemplo, entre España y Marruecos en esta perniciosa actividad?
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