"Antes de que se coloque la primera piedra del complejo de ocio Barcelona World, en la zona de Vila-seca y Salou, donde está prevista la construcción de seis casinos de juego, ya han llegado los primeros dos tahúres. Con la particularidad de que estos fulleros, que han desplumado en el pasado a miles de incautos inversionistas, forman parte del grupo promotor del “Eurovegas catalán”
Dios los cría y ellos se juntan. El pasado 16 de octubre, la prensa “seria” se hizo eco de que la compañía Veremonte, con la que opera el “mago” de las finanzas Enrique Bañuelos, había llegado a un acuerdo con la firma de “private equity” Investindustrial, representada por Carlo Umberto Bonomi, por el cual esta última se incorporaba al proyecto Barcelona World. En concreto, se informaba de que Investindustrial gestionaría 500 plazas hoteleras del primero de los seis “resorts” previstos en los terrenos que La Caixa tiene al lado de Port Aventura, lo que se interpretaba como un espaldarazo decisivo a la viabilidad del proyecto.
Los veteranos de la Bolsa de Barcelona se frotaron los ojos al leer la noticia. ¿Enrique Bañuelos se asocia con Carlo Umberto Bonomi para hacer negocios juntos? En la memoria de los inversores aún escuecen las aventuras bursátiles que, años atrás, capitanearon estos dos avezados “piratas” de las finanzas, que dejaron miles de doloridos damnificados que perdieron lo que no está escrito siguiendo la estela de estos “flautistas de Hamelín”.
LA BURBUJA PICKING PACK
En la Bolsa de Barcelona todavía cotiza una sociedad llamada Service Point (SPS), que actualmente se encuentra en concurso de acreedores. Sus acciones valen poco más de 10 céntimos. Es la heredera de una compañía llamada Grupo Picking Pack (GPP), que en la década de los noventa protagonizó uno de los fogonazos especulativos más espectaculares que se recuerdan.
Al frente de GPP estaba el italiano Carlo Umberto Bonomi, descendiente de una estirpe milanesa vinculada a episodios tan turbulentos como la quiebra del Banco Ambrosiano. Su padre, Carlo Bonomi, se había refugiado en Barcelona, donde trabó relaciones financieras con Javier de la Rosa que, como es de suponer, acabaron como el rosario de la aurora, y su retoño Carlo Umberto decidió dedicarse también al noble arte del “pelotazo”.
Compró en 1995 una pequeña sociedad que cotizaba en la Bolsa de Barcelona, le cambió el nombre por GPP y empezó a fantasear con inverosímiles proyectos para convertirse en el líder mundial de la repografía y el material de oficina. El verbo fácil y la innata capacidad seductora del pequeño Bonomi le granjearon la confianza de pequeños inversionistas, que hicieron subir las acciones de GPP como la espuma. Se hizo con Logic Control y Ola Internet y su desbordante imaginación no tenía límites, como atestiguan los periódicos de la época. Quería convertir GPP en “el Corte Inglés de las pequeñas y medianas empresas” y en la principal plataforma española de comercio electrónico.
En mayo de 1998, las acciones de GPP alcanzaron los 29 euros y, durante seis meses, incluso llegó a formar parte del Ibex 35. Sin embargo, dos años más tarde, el castillo de naipes urdido por Carlo Umberto Bonomi cayó estrepitosamente.., y su visionario fundador desapareció del mapa. Sus confiados accionistas constataron, estupefactos, que detrás del bla-bla-bla del italiano sólo había humo.
EL CRACK DE ASTROC
Enrique Bañuelos empezó unos años más tarde que Carlo Umberto Bonomi, pero la hizo más gorda. Este espabilado abogado de Sagunto se aprovechó de la laxitud de la Generalitat valenciana para lanzarse a fondo en el negocio de la especulación inmobiliaria, contando con el apoyo financiero de Bancaja.
En mayo de 2006 sacó a Bolsa el 25% de su empresa Astroc, a un precio de 6,4 euros la acción. En febrero de 2007, las acciones alcanzaron los 72 euros. Y el 24 de abril del mismo año se desplomaron, provocando la posterior quiebra de la compañía. Al igual que Carlo Umberto Bonomi, el fundador de Astroc es un consumado fabulador, capaz de imaginar proyectos fantásticos y, lo que es más meritorio, de encontrar inversores que pongan su dinero.
En la estratosférica aventura de Astroc, Bañuelos fue capaz de “engatusar” a grandes fotunas del país, como Amancio Ortega, Carmen Godia o la familia Nozaleda. Antes de huir al Brasil -donde también ha intentado, con desigual fortuna, protagonizar arriesgados “pelotazos” bursátiles-, llegó a ser el principal accionista del Banco Sabadell y a figurar en la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo.
Ahora, Carlo Umberto Bonomi y Enrique Bañuelos reaparecen cogidos “de la manita” en el proyecto Barcelona World. Hay para echarse a temblar. ¿A quién estafarán esta vez? De momento, Artur Mas ha hecho aprobar en el Parlament de Catalunya una modificación legislativa a su medida para que los casinos proyectados en Vila-seca y Salou pasen a tributar tan sólo el 10%."
Y mientras este caldo con gruesa "pilota" de corrupción se va cociendo, nos entretienen con lo del derecho a decidir. Y me pregunto yo, ¿ decidir qué? A que pare la corrupción sistemática que como negra gangrena corroe nuestras instituciones, si no todas, a casi todas, y en especial la mal llamada Justicia, y cuyos nefastos efectos tiene como mejor ejemplo la falta de crítica y permisividad instaurada en la sociedad al completo. Sociedad que tiene como héroes y heroínas a los más pintorescos personajes, desde villanos, defraudadores, embaucadores... y hasta asesinos como los de la ETA.
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