He releído unos cuantos de mis
anteriores comentarios acerca del sistema financiero español. Alguno escrito
hace ya más de diez años. En la creencia de que lo dicho entonces todavía vale,
rescato el titulado “Para
qué y para quién o la politización de la administración pública” enero del 2005,
actualizado en 2008, y con un añadido del 2012. Cuando aludo “vale” , lo hago
en alusión a la evidencia de cómo en este país, España, unos pocos( los mismos apellidos,
empresas, bancos, prensa, instituciones de la administración pública, jueces,
etc. etc., bien entremezclados, cual explosivo cóctel, por sus intereses particulares,
pero comunes a todos ellos, en su lucha por el control del poder económico y político;
los cuales han dinamitado la confianza de los comunes mortales españoles y de
su fe en todas las instituciones del Estado.
"La
lectura del editorial de “El Mundo” del pasado 21(enero 2005), titulado
“Un millón de perjudicados por la politización de la
CNMV” , en relación al tema de la
Ser/CNMV/BBVA, me ha hecho reflexionar acerca de a quiénes prestan
servicio, en realidad, las instituciones y organismos como el Banco de España,
la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Hacienda y su élite de inspectores y la Administración de Justicia.
Consiguientemente, me pregunto a quiénes, en
verdad, se sienten vinculados y obligados los responsables de estas
instituciones. Deduzco que con el ciudadano simple y
desconocido, desde luego, no ; viendo el cúmulo de situaciones injustas,
saldadas finalmente a favor del poderoso y rico, en muchos casos autor probado
de la irregularidad, la fechoría o la estafa millonaria. No son, pues, un
millón de perjudicados. La víctima de politizar estos estamentos, a mi
juicio, es la sociedad civil entera- yo, tú, nosotros, ellos. Organismos que fueron creados nominalmente
para ejercer una función pública destinada al servicio o bien común; es decir,
el de todos. Encargados con la misión de salvaguardar los principios de
equidad, o sea, justicia e igualdad, que debieran existir en un
régimen democrático como en teoría es el nuestro. Sin embargo, creo que en
España hace mucho tiempo que no viene ocurriendo así. Múltiples son ya los
ejemplos claros de ello; tanto durante las etapas de gobierno socialista como
popular. Todos hemos comprobado las distintas varas de medir empleadas
a la hora de juzgar o solventar las cuestiones de “amiguetes” del gobierno de
turno (central, autonómico o local). Sin que su magnitud, su trascendencia,
ni tampoco su importe influyan para nada en perseguir su ejemplar castigo.
Debiendo añadir a esto, la particularidad de que en muchas ocasiones
algunas de estas tropelías se han sabido porque los adversarios políticos han
creído tener una excepcional oportunidad para emplearla como ariete contra el
contrario. Y, para colmo de los colmos, cuando el atropello o fechoría
ha pasado a la llamada administración de justicia, sólo ha servido para,
formalmente, darle “el carpetazo”. Es decir, quitarlo de las cabeceras
informativas cotidianas y perderse, difuminado, en el limbo del olvido.
¿Ejemplos? Muchos; el propio BBVA puede
ser un buen ejemplo. ¿Acaso las cuentas secretas del BBVA en paraísos fiscales, aflorado a la opinión pública en marzo de 2002,
luego de más de catorce años de existencia continuada, ha sido causa y expediente
condenatorio cerrado contra sus actores? En enero del 2005, aún no.(*)
Del enorme escándalo inicial, cuando se destapó, pasó al ámbito judicial,
concretamente a la Audiencia Nacional, recayendo
en el omnipresente juez Garzón , instructor de tantos y sonados temas, y allí, al parecer, duerme. Pero, ni el Banco de España, ni la inspección
de Hacienda, ni el Ministerio de Economía, ni la prestigiosa firma auditora,
que certificó reiteradamente los estados contables durante los catorce años que
duró el entuerto, período en el que hubo un proceso de macro fusión entre los
grupos financieros Vizcaya y Bilbao, ni tampoco ninguna de estas dos entidades
financieras, ni los socialistas que gobernaban, años 1988/89 cuando dicen
se inició, ni los populares cuando afloró en el 2001. Nadie ha dado
explicaciones convincentes y de rigor público, acerca de su actuación y
responsabilidades, en todo ese tinglado financiero que afectaba a todos los
españoles, desde los empleados del grupo financiero, los accionistas y en
especial a los minoritarios que son , valga la paradoja, mayoría, hasta el
ciudadano común, como contribuyente del erario público. Se puso entonces en
evidencia los agravios comparativos entre ciudadanos contribuyentes en la
Comunidad Autónoma Vasca y los que contribuyen en otros lugares del mismo país
llamado España, y, también, entre el contribuyente de a pie y los de las
élites político-económicas. Bueno, aun no he terminado, pero este comentario es
ya demasiado extenso.
En otro
rato continuaré porque pienso que el asunto y sus múltiples connotaciones, bien
lo merece.
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05 junio 2012
05 junio 2012
(*)Hacia el 2007, el juez Vázquez Honrubia, del Juzgado Central de lo Penal falló el sobreseimiento de la causa
abierta contra Emilio Ybarra “ex presidente del BBVA, dos ex
vicepresidentes y un ex director general por supuestos delitos de
administración desleal. El auto no sorprendió tanto por su rapidez y el sentido
de su resolución como por las reflexiones del juez.”
A este
respecto, corto y pego las citadas reflexiones del juez , por mi leídas en el
artículo firmado por José María García – Hoz, “Emilio Ybarra y el juez
perplejo” , publicado en ABC, el 27.03.2007.
“…en el
auto de sobreseimiento, el juez habla de la «cierta perplejidad» producida por
el transcurso de un procedimiento iniciado cinco años atrás. Perplejidad que se
deriva de dos circunstancias. La primera, que el juez Baltasar Garzón abriera
diligencias por una petición de la Fiscalía Anticorrupción, cuyo fundamento era
«parte de un artículo periodístico publicado en el suplemento de economía de un
diario». El artículo a que se refiere el juez Vázquez Honrubia fue publicado
por Jesús Cacho el 10 de marzo de 2002; en él aseguraba el periodista que le
habían contado que el BBV tenía cuentas cifradas en el extranjero «que se
habían utilizado, en principio, para pagar el impuesto revolucionario».
Vázquez Honrubia
advierte en su resolución que «es por lo menos peculiar que se comenzara la
instrucción del modo aquí descrito (a partir de un artículo de prensa) y cuando
ya había intervenido el Banco de España». Aunque el texto judicial no lo
señala, lo habitual es que cuando la CNMV, el Banco de España, la Inspección de
Hacienda, la Dirección General de Tráfico o, en general, cualquier órgano de la
Administración instruye expediente administrativo a un supuesto infractor, en
el caso de observar indicio de delito pase las actuaciones al juez. Este caso
no siguió los pasos habituales: fue el propio juez, por petición del fiscal
Anticorrupción, el que paralizó la investigación del Banco de España y reclamó
para sí toda la información. ¿No habría sido más razonable y eficaz esperar a
que el Banco de España terminara su expediente y sólo después juzgar si había
delito o no?
Pero la
Fiscalía Anticorrupción no sólo interrumpió el procedimiento habitual, sin
dejar al Banco de España resolver un asunto de naturaleza administrativa, sino
que además, y a lo largo de estos cinco años, fue el único que sucesivamente
acusó a Emilio Ybarra de apropiación indebida y de administración desleal. Eran
unos delitos raros, porque ningún dinero había desaparecido, ni nadie se sintió
perjudicado: ni el BBVA como tal, ni los accionistas, ni los empleados, y por
tanto, nadie se presentó ante el juez a acusar a Ybarra. Y precisamente esa
soledad acusatoria en delitos societarios en los que no existen perjudicados es
la segunda causa de la «cierta perplejidad» en el juez Vázquez Honrubia, pues,
como él mismo señala en su resolución, «por el poder legislativo se insiste
(...) vetando expresamente al Ministerio Fiscal un intervencionismo excesivo».
Pero si
penalmente, y después de cinco años que bien se puede decir fueron echados a la
basura, las afamadas cuentas secretas quedaron en agua de borrajas, la vida
cotidiana de una institución como el BBVA y de muchas personas sí quedo
indeleblemente marcada. Sin
otra causa que la presunción de culpabilidad se desalojó del Consejo del BBVA y
de sus participadas a todos consejeros procedentes del BBV; a todos, no sólo a
los de Neguri, sino también a los de cualquier procedencia, aunque fueran
personas tan relevantes en la comunidad empresarial como Juan Entrecanales,
Óscar Fanjul, Alfonso Cortina... Una instrucción «por lo menos peculiar»,
una acusación que causa «cierta perplejidad», acaba por consumar un daño
evidente, que no debería quedar sin reparación.”
Y
más tarde leí , pienso que en el 2010, que el BdE y la CNMV exoneraban de la
multa de en junto unos tres millones de euros, impuesta al BBVA. Esta última
información figuró en la prensa en muy discreto lugar. Como de este asunto he
hablado en muchas otras ocasiones, por considerarlo, paradigmático, me remito a
mi comentario de octubre 2010, “España se cae, los otros casos Malaya”, del cual extraigo el siguiente párrafo:
“Particularmente, me temo que el mucho
ruido del inicio, quedará al final en "el nada de nada" como -por citar algún ejemplo- las famosas cuentas
secretas del BBVA: cuyo conocimiento por la opinión pública, en marzo del 2002,
levantó un colosal ruido. Cinco años después, en el 2007, el Tribunal Supremo
dictara la absolución de Emilio Ybarra, expresidente de la entidad y de quien
se dijo era el mayor responsable de la causa. Para en el 2008, otro juez
archivar el caso de las 'cuentas secretas' del BBV, aceptando” la tesis de la
defensa de que el delito por el que se juzgaba a Ybarra y a los cuatro
directivos no afecta a pluralidad de personas ni perjudica a las cuentas del
Estado .” Noticia que pasó bastante desapercibida en los medios de
comunicación. Y todavía más desapercibida pasó la decisión de la Audiencia
Nacional, en julio 2010, de anular las sanciones económicas impuestas al BBVA
por el Banco de España y la CNMVA, de tres millones de euros (unos quinientos
millones de las antiguas pesetas). En suma, una vez más, los estamentos
públicos son misericordiosos a la par que muy generosos con los poderosos.
Pero,tan asombroso como la generosidad de las autoridades resulta el silencio,
¡qué silencio! sssssshhhhhhhhh, por parte de los medios de comunicación. Al
principio tanto escándalo, hojas y hojas, artículos de opinión, tertulias
radiofónicas y televisivas mono temáticas, para al final, mutis por el
foro.”
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