martes, 3 de septiembre de 2013

La lacra de la politización de nuestras instituciones

He releído unos cuantos de mis anteriores comentarios acerca del sistema financiero español. Alguno escrito hace ya más de diez años. En la creencia de que lo dicho entonces todavía vale, rescato  el titulado “Para qué y para quién o la politización de la administración pública” enero del 2005, actualizado en 2008, y con un añadido del 2012. Cuando aludo “vale” , lo hago en alusión a la evidencia de cómo en este país, España, unos pocos( los mismos apellidos, empresas, bancos, prensa, instituciones de la administración pública, jueces, etc. etc., bien entremezclados, cual explosivo cóctel, por sus intereses particulares, pero comunes a todos ellos, en su lucha por el control del poder económico y político; los cuales han dinamitado la confianza de los comunes mortales españoles y de su fe en todas las instituciones del Estado.

"La lectura del editorial de “El Mundo” del pasado 21(enero 2005), titulado “Un millón de perjudicados por la politización de la CNMV” , en relación al tema de la Ser/CNMV/BBVA, me ha hecho reflexionar acerca de a quiénes prestan servicio, en realidad, las instituciones y organismos como el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Hacienda y su élite de inspectores y la Administración de Justicia. Consiguientemente, me pregunto a quiénes, en verdad, se sienten vinculados y obligados los responsables de estas instituciones. Deduzco que con el ciudadano simple y desconocido, desde luego, no ; viendo el cúmulo de situaciones injustas, saldadas finalmente a favor del poderoso y rico, en muchos casos autor probado de la irregularidad, la fechoría o la estafa millonaria. No son, pues, un millón de perjudicados. La víctima de politizar estos estamentos, a mi juicio, es la sociedad civil entera- yo, tú, nosotros, ellos.  Organismos que fueron creados nominalmente para ejercer una función pública destinada al servicio o bien común; es decir, el de todos. Encargados con la misión de salvaguardar los principios de equidad, o sea,  justicia e igualdad,  que debieran existir en un régimen democrático como en teoría es el nuestro. Sin embargo, creo que en España hace mucho tiempo que no viene ocurriendo así. Múltiples son ya los ejemplos claros de ello; tanto durante las etapas de gobierno socialista como popular. Todos hemos comprobado las distintas varas de medir empleadas a la hora de juzgar o solventar las cuestiones de “amiguetes” del gobierno de turno (central, autonómico o local). Sin que su magnitud, su trascendencia, ni tampoco su importe influyan para nada en perseguir su ejemplar castigo. Debiendo añadir a esto,  la particularidad de que en muchas ocasiones algunas de estas tropelías se han sabido porque los adversarios políticos han creído tener una excepcional oportunidad para emplearla como ariete contra el contrario. Y, para colmo de los colmos, cuando el atropello o fechoría ha pasado a la llamada administración de justicia, sólo ha servido para, formalmente, darle “el carpetazo”. Es decir, quitarlo de las cabeceras informativas cotidianas y perderse, difuminado, en el limbo del olvido. ¿Ejemplos? Muchos; el propio BBVA puede ser un buen ejemplo. ¿Acaso las cuentas secretas del BBVA en paraísos fiscales, aflorado a la opinión pública en marzo de 2002, luego de más de catorce años de existencia continuada, ha sido causa y expediente condenatorio cerrado contra sus actores? En enero del 2005, aún no.(*) Del enorme escándalo inicial, cuando se destapó, pasó al ámbito judicial, concretamente a la Audiencia Nacionalrecayendo en el omnipresente juez Garzón , instructor de tantos y sonados temas, y allí, al parecer, duerme. Pero, ni el Banco de España, ni la inspección de Hacienda, ni el Ministerio de Economía, ni la prestigiosa firma auditora, que certificó reiteradamente los estados contables durante los catorce años que duró el entuerto, período en el que hubo un proceso de macro fusión entre los grupos financieros Vizcaya y Bilbao, ni tampoco ninguna de estas dos entidades financieras, ni los socialistas que  gobernaban, años 1988/89 cuando dicen se inició, ni los populares cuando afloró en el 2001. Nadie ha dado explicaciones convincentes y de rigor público, acerca de su actuación y responsabilidades, en todo ese tinglado financiero que afectaba a todos los españoles, desde los empleados del grupo financiero, los accionistas y en especial a los minoritarios que son , valga la paradoja, mayoría, hasta el ciudadano común, como contribuyente del erario público. Se puso entonces en evidencia los agravios comparativos entre ciudadanos contribuyentes en la Comunidad Autónoma Vasca y los que contribuyen en otros lugares del mismo país llamado España, y, también, entre el contribuyente  de a pie y los de las élites político-económicas. Bueno, aun no he terminado, pero este comentario es ya demasiado extenso.

En otro rato continuaré porque pienso que el asunto y sus múltiples connotaciones, bien lo merece.
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05 junio 2012

A este respecto, corto y pego las citadas reflexiones del juez , por mi leídas en el artículo firmado por  José María García – Hoz, “Emilio Ybarra y el juez perplejo” , publicado en ABC, el 27.03.2007.

“…en el auto de sobreseimiento, el juez habla de la «cierta perplejidad» producida por el transcurso de un procedimiento iniciado cinco años atrás. Perplejidad que se deriva de dos circunstancias. La primera, que el juez Baltasar Garzón abriera diligencias por una petición de la Fiscalía Anticorrupción, cuyo fundamento era «parte de un artículo periodístico publicado en el suplemento de economía de un diario». El artículo a que se refiere el juez Vázquez Honrubia fue publicado por Jesús Cacho el 10 de marzo de 2002; en él aseguraba el periodista que le habían contado que el BBV tenía cuentas cifradas en el extranjero «que se habían utilizado, en principio, para pagar el impuesto revolucionario».
Vázquez Honrubia advierte en su resolución que «es por lo menos peculiar que se comenzara la instrucción del modo aquí descrito (a partir de un artículo de prensa) y cuando ya había intervenido el Banco de España». Aunque el texto judicial no lo señala, lo habitual es que cuando la CNMV, el Banco de España, la Inspección de Hacienda, la Dirección General de Tráfico o, en general, cualquier órgano de la Administración instruye expediente administrativo a un supuesto infractor, en el caso de observar indicio de delito pase las actuaciones al juez. Este caso no siguió los pasos habituales: fue el propio juez, por petición del fiscal Anticorrupción, el que paralizó la investigación del Banco de España y reclamó para sí toda la información. ¿No habría sido más razonable y eficaz esperar a que el Banco de España terminara su expediente y sólo después juzgar si había delito o no?
Pero la Fiscalía Anticorrupción no sólo interrumpió el procedimiento habitual, sin dejar al Banco de España resolver un asunto de naturaleza administrativa, sino que además, y a lo largo de estos cinco años, fue el único que sucesivamente acusó a Emilio Ybarra de apropiación indebida y de administración desleal. Eran unos delitos raros, porque ningún dinero había desaparecido, ni nadie se sintió perjudicado: ni el BBVA como tal, ni los accionistas, ni los empleados, y por tanto, nadie se presentó ante el juez a acusar a Ybarra. Y precisamente esa soledad acusatoria en delitos societarios en los que no existen perjudicados es la segunda causa de la «cierta perplejidad» en el juez Vázquez Honrubia, pues, como él mismo señala en su resolución, «por el poder legislativo se insiste (...) vetando expresamente al Ministerio Fiscal un intervencionismo excesivo».
Pero si penalmente, y después de cinco años que bien se puede decir fueron echados a la basura, las afamadas cuentas secretas quedaron en agua de borrajas, la vida cotidiana de una institución como el BBVA y de muchas personas sí quedo indeleblemente marcadaSin otra causa que la presunción de culpabilidad se desalojó del Consejo del BBVA y de sus participadas a todos consejeros procedentes del BBV; a todos, no sólo a los de Neguri, sino también a los de cualquier procedencia, aunque fueran personas tan relevantes en la comunidad empresarial como Juan Entrecanales, Óscar Fanjul, Alfonso Cortina... Una instrucción «por lo menos peculiar», una acusación que causa «cierta perplejidad», acaba por consumar un daño evidente, que no debería quedar sin reparación.”


Y  más tarde leí , pienso que en el 2010, que el BdE y la CNMV exoneraban de la multa de en junto unos tres millones de euros, impuesta al BBVA. Esta última información figuró en la prensa en muy discreto lugar. Como de este asunto he hablado en muchas otras ocasiones, por considerarlo, paradigmático, me remito a mi comentario de octubre 2010, “España se cae, los otros casos Malaya”, del cual extraigo el siguiente párrafo:
“Particularmente, me temo que el mucho ruido del inicio, quedará al final en "el nada de nada" como -por citar algún ejemplo- las famosas cuentas secretas del BBVA: cuyo conocimiento por la opinión pública, en marzo del 2002, levantó un colosal ruido. Cinco años después, en el 2007, el Tribunal Supremo dictara la absolución de Emilio Ybarra, expresidente de la entidad y de quien se dijo era el mayor responsable de la causa. Para en el 2008, otro juez archivar el caso de las 'cuentas secretas' del BBV, aceptando” la tesis de la defensa de que el delito por el que se juzgaba a Ybarra y a los cuatro directivos no afecta a pluralidad de personas ni perjudica a las cuentas del Estado .” Noticia que pasó bastante desapercibida en los medios de comunicación. Y todavía más desapercibida pasó la decisión de la Audiencia Nacional, en julio 2010, de anular las sanciones económicas impuestas al BBVA por el Banco de España y la CNMVA, de tres millones de euros (unos quinientos millones de las antiguas pesetas). En suma, una vez más, los estamentos públicos son misericordiosos a la par que muy generosos con los poderosos. Pero,tan asombroso como la generosidad de las autoridades resulta el silencio, ¡qué silencio! sssssshhhhhhhhh, por parte de los medios de comunicación. Al principio tanto escándalo, hojas y hojas, artículos de opinión, tertulias radiofónicas y televisivas mono temáticas, para al final, mutis por el foro.”


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