lunes, 18 de agosto de 2008

¡Qué miedo me da!(la política lingüística, más de lo mismo) , febrero 12, 2006

En alguna parte leí que en el proyecto de nuevo estatuto para Cataluña se ha solventado la cuestión lingüística con la equiparación de las lenguas catalana y castellana. Lo cual ha llamado mi atención porque, al menos sobre el papel, esta igualdad ya se recogía desde el momento que se establecía la co-oficialidad de ambas. Así, pues, el problema  ha sobrevenido como fruto de la actitud de los gobernantes de esta Comunidad que no han respetado la literalidad de las leyes vigentes; y, por el contrario, se han dedicado a tergiversarla o cuando no, abiertamente, transgredirla.  Opino que los que más han contribuido a ello han sido los nacionalistas de CIU; que, durante más de veinte años, gobernaron la Comunidad, con la complacencia cómplice de los del PSOE y los del PP ;quienes, desde el gobierno central, tenían la obligación de haber velado por el cumplimiento y la no transgresión de las leyes vigentes y la  defensa de derechos fundamentales de buena parte de los ciudadanos catalanes. Y no lo hicieron.

Así las cosas, corespondería al gobierno central vigilar que la letra del nuevo estatuto no sea un arma de discriminación y atropello para la ciudadanía de lengua materna castellana y que cualquier tropelía en este sentido que cometa una autoridad autonómica o local, de inmediato, se frene su acción, y llegado el caso se sancione al transgresor o transgresores y hasta se les impida ejercer actividad pública.

Sin embargo, pánico me da porque , al parecer, los del Gobierno con los que se están entendiendo son, precisamente,  los que, con sus políticas y prácticas durante los más de veinte años que gobernaron en la comunidad catalana, han conseguido la actual situación .

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Este blog es el medio de expresar mis particulares reflexiones e ideas sobre la realidad que me rodea, así como las sugeridas por la lectura de libros y artículos de prensa. No es crítica literaria, no tengo conocimientos para ello. Expongo , tras muchos esfuerzos, lo que mi corazón me dicta. No es mi intención la de ofender ni herir a nadie. Tampoco, pues, me gustaría ser objeto de heridas u ofensas por discrepar con mis particulares opiniones y gustos.