Días atrás comenté el libro" Un caso de urgencia", cuya trama trata de médicos, sus prácticas y hospitales. Ayer, viendo el telediario, recordé de nuevo este libro cuando en el juicio que se está celebrando en la Audiencia Nacional contra los más que "presumibles asesinos" de Miguel Ángel Blanco, se oyó la voz del médico forense explicando las también más que probables formas en que lo mataron: maniatado, de rodillas y por la espalda.¡Espeluznante descripción!
Del libro citado, el capítulo dedicado a la descripción de la disección de un cadáver, me impresionó muchísimo. También recuerdo la desagradable sensación que su lectura me dio, a pesar de tratarse de una ficción. Se hablaba de un hecho fruto de la imaginación de un escritor conocedor de estos aspectos de la práctica médica legal. Sin embargo, ello me indujo a una mayor - si cabe - conmiseración y pena por los familiares y amigos de Miguel Ángel que tuvieron que oír cómo habían sido los momentos últimos de la pobre víctima. Consecuentemente, no entiendo por qué se consiente a los asesinos, en las vistas públicas en las que son juzgados por sus delitos, actitudes como las mostradas por este par. Dándoles, además, oportunidad de añadir nuevos agravios y dolor con sus chuladas, manifiesta desvergüenza y provocación, a las víctimas colaterales de sus fechorías; que somos todos, desde los supervivientes de sus acciones criminales, los familiares, allegados, amigos y todo ciudadano enemigo de estos actos.
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