Acabo de leer la noticia acerca de los resultados del informe Pisa 2003, que evidencian que nuestro sistema de educación es malo. Muy malo. Reproduzco algunos párrafos leídos en profes.net:
“Los alumnos españoles llegan a los 15 años con peores niveles de matemáticas, comprensión de textos escritos y conocimientos científicos que la media de los países más desarrollados del mundo. Estos son los datos que se desprenden del informe del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos PISA 2003, realizado por los expertos de la OCDE.”
“Los alumnos españoles llegan a los 15 años con peores niveles de matemáticas, comprensión de textos escritos y conocimientos científicos que la media de los países más desarrollados del mundo. Estos son los datos que se desprenden del informe del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos PISA 2003, realizado por los expertos de la OCDE.”
“Comparando este último informe con el anterior, realizado en el año 2000, podemos decir que los alumnos españoles se encuentran en un nivel similar o ligeramente inferior al que se encontraban.”
“El informe PISA 2003 clasifica a los 41 países participantes en función de cuatro categorías: matemáticas, ciencias, lectura y resolución de problemas reales. España ocupa el lugar 26 de la clasificación en las tres primeras, y el 27 en la cuarta. De hecho, el nivel de los adolescentes españoles no solo está por debajo de la media de los 30 países de la OCDE que han participado, sino que España aparece en la segunda mitad del pelotón del total de 41 participantes en el estudio.”
Entre las posibles causas están, según leo en carta de los lectores, firmada por F. Gómez Pardo, docente de secundaria, las políticas y sistema educativo vigente, la permisividad de los padres y la falta de autoridad de los profesores. Selecciono algunas de sus frases:
“El permisivismo de los padres, que educan a sus hijos desde pequeños sin sentido del límite y consintiéndoles todos los caprichos…Unos planes de estudios y unas leyes educativas fundamentadas en una visión lúdica de la educación, que tampoco favorecen la cultura del esfuerzo en los alumnos.La falta de autoridad de los profesores, que se sienten con frecuencia desautorizados por los padres a la hora de exigir y poner correctivos, y muy poco apoyados por la Administración …
Una política educativa con pretensiones de progresismo, cuyos esfuerzos han ido orientados a primar la igualdad sobre la búsqueda de la excelencia. Y efectivamente ha igualado por abajo consiguiendo peores resultados para todos. El alumno trabajador y con buenas notas ya no es un referente para sus compañeros. Los que destacan no es por los estudios precisamente.”
Pero a la gravedad en sí de la poca bondad de nuestro sistema de educación y enseñanza se añade la aun peor, si cabe, de ser un elemento multiplicador de desigualdad y de discriminación. Que favorece a los de las capas más altas de la sociedad, en detrimento del resto. Ya que los que tienen dinero tienen la oportunidad de asistir a los mejores colegios de pago del propio país o de fuera y tener un cúmulo de conocimientos más alto que la media nacional. Y además son una minoría. Una élite formada por los hijos y parientes próximos de políticos influyentes (de derechas o de izquierdas), banqueros, grandes empresarios, profesionales libres, etc. ... De este modo, el Estado está contribuyendo al crecimiento de las oportunidades y privilegios de unos pocos.
Entre las posibles causas están, según leo en carta de los lectores, firmada por F. Gómez Pardo, docente de secundaria, las políticas y sistema educativo vigente, la permisividad de los padres y la falta de autoridad de los profesores. Selecciono algunas de sus frases:
“El permisivismo de los padres, que educan a sus hijos desde pequeños sin sentido del límite y consintiéndoles todos los caprichos…Unos planes de estudios y unas leyes educativas fundamentadas en una visión lúdica de la educación, que tampoco favorecen la cultura del esfuerzo en los alumnos.La falta de autoridad de los profesores, que se sienten con frecuencia desautorizados por los padres a la hora de exigir y poner correctivos, y muy poco apoyados por la Administración …
Una política educativa con pretensiones de progresismo, cuyos esfuerzos han ido orientados a primar la igualdad sobre la búsqueda de la excelencia. Y efectivamente ha igualado por abajo consiguiendo peores resultados para todos. El alumno trabajador y con buenas notas ya no es un referente para sus compañeros. Los que destacan no es por los estudios precisamente.”
Pero a la gravedad en sí de la poca bondad de nuestro sistema de educación y enseñanza se añade la aun peor, si cabe, de ser un elemento multiplicador de desigualdad y de discriminación. Que favorece a los de las capas más altas de la sociedad, en detrimento del resto. Ya que los que tienen dinero tienen la oportunidad de asistir a los mejores colegios de pago del propio país o de fuera y tener un cúmulo de conocimientos más alto que la media nacional. Y además son una minoría. Una élite formada por los hijos y parientes próximos de políticos influyentes (de derechas o de izquierdas), banqueros, grandes empresarios, profesionales libres, etc. ... De este modo, el Estado está contribuyendo al crecimiento de las oportunidades y privilegios de unos pocos.
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