¡Qué hipócritas somos! Hace unos días oigo o veo, ya que, hasta ahora, no me había detenido a leer nada, acerca de una conocida modelo que luego de publicarse su fotografía maniobrando cocaína mediante una tarjeta de crédito, está siendo objeto de rechazo y cancelación de contratos por parte de firmas importantes del mundo de la moda. Sólo Vogue se ha desmarcado de tal postura.
El llamado mundo de las pasarelas es, pienso, algo lejano para la mayoría de los que vegetamos por este otro mundo de la realidad cotidiana. Particularmente, hace tiempo ya, me asombran varias cosas de ese mundillo y de lo que de él se nos muestra:- La moda que pasean nada tiene que ver con las vestimentas que la inmensidad de las gentes llevan o llevarán.
- La tendencia al uso de la desnudez del cuerpo humano. Las excentricidades de color y formas, rayando muchas veces en estrafalaria y chabacana. A veces parecen más bien desfiles de disfraces que de otra cosa.
- La exigencia de esos tipos de cuerpos y estaturas tan fuera de lo común, requeridos a las modelos. Deambulando éstas por las pasarelas con sus esqueléticas formas, tal como si acabasen de salir de un campo de concentración.
- La precocidad de las modelos en ese mundo, quince o pocos más años. Es decir, sin haber concluido el desarrollo del cuerpo ni su formación física e intelectual.
- La difusión de este mundo, personajes principales, diseñadores, modistos, modelos, etc., de unos años para acá. Los distintos medios de comunicación dan publicidad gratuita de estos eventos, tal como ahora mismo podemos comprobar con los espacios informativos dedicados al Cibeles de Madrid y ahora al Gaudí de Barcelona. ¿Por qué? ¿Realmente este tipo de noticias tiene reclamo popular?
- Tampoco sé en virtud de qué criterios por” pasear un rato el esqueleto”, con pocas o muchas ropas, las más cotizadas cobran verdaderas fortunas. En este punto, me vienen a la mente las actividades deportivas, como el fútbol. Jamás comprenderé las desproporcionadas cifras y condiciones percibidas contra toda lógica por sus profesionales.
Desde luego, vivimos en un mundo paralelo a ese otro de ficción e intereses creados y particulares diseñado quién sabe por quién y para quién y dentro del cual lo de esta muchacha queda circunscrito. Resumiendo: ¡Qué absurdos montajes es capaz de diseñar el ser humano!
El llamado mundo de las pasarelas es, pienso, algo lejano para la mayoría de los que vegetamos por este otro mundo de la realidad cotidiana. Particularmente, hace tiempo ya, me asombran varias cosas de ese mundillo y de lo que de él se nos muestra:- La moda que pasean nada tiene que ver con las vestimentas que la inmensidad de las gentes llevan o llevarán.
- La tendencia al uso de la desnudez del cuerpo humano. Las excentricidades de color y formas, rayando muchas veces en estrafalaria y chabacana. A veces parecen más bien desfiles de disfraces que de otra cosa.
- La exigencia de esos tipos de cuerpos y estaturas tan fuera de lo común, requeridos a las modelos. Deambulando éstas por las pasarelas con sus esqueléticas formas, tal como si acabasen de salir de un campo de concentración.
- La precocidad de las modelos en ese mundo, quince o pocos más años. Es decir, sin haber concluido el desarrollo del cuerpo ni su formación física e intelectual.
- La difusión de este mundo, personajes principales, diseñadores, modistos, modelos, etc., de unos años para acá. Los distintos medios de comunicación dan publicidad gratuita de estos eventos, tal como ahora mismo podemos comprobar con los espacios informativos dedicados al Cibeles de Madrid y ahora al Gaudí de Barcelona. ¿Por qué? ¿Realmente este tipo de noticias tiene reclamo popular?
- Tampoco sé en virtud de qué criterios por” pasear un rato el esqueleto”, con pocas o muchas ropas, las más cotizadas cobran verdaderas fortunas. En este punto, me vienen a la mente las actividades deportivas, como el fútbol. Jamás comprenderé las desproporcionadas cifras y condiciones percibidas contra toda lógica por sus profesionales.
Desde luego, vivimos en un mundo paralelo a ese otro de ficción e intereses creados y particulares diseñado quién sabe por quién y para quién y dentro del cual lo de esta muchacha queda circunscrito. Resumiendo: ¡Qué absurdos montajes es capaz de diseñar el ser humano!
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