miércoles, 2 de abril de 2008

Henry A. Grunwald, periodismo independiente, marzo 22, 2005

"Henry Grunwald, director de la revista 'Time'" bajo este título el pasado 6 de marzo "El País" publicaba una necrológica firmada por Javier del Pino sobre Grunwald, muerto a los 82 años. Su lectura me hizo interesante el personaje; hasta ahora para mí desconocido. De este periodista me impactaron dos hechos: su procedencia extranjera y su pasión por la profesión periodística. Grunwald llegó a Nueva York, junto con su familia, después de un periplo por varios países europeos, huyendo de la ocupación nazi desde su Austria natal, con 17 años. Sus comienzos en Time fueron desde abajo. Entró en la revista como chico para todo, para después de años y esfuerzos continuos alcanzar la cima del éxito profesional.
En su artículo Del Pino explica que bajo su dirección la revista Times se situó en el centro político e impulsó nuevas secciones. Entre ellas el "periodismo religioso", sobre asuntos más cercanos a la espiritualidad que al periodismo. "Suyo es también un titular histórico: '¿Ha muerto Dios?', portada de la revista Time en 1966".

Del gran periodista lo que más me gustó fue su pretensión de hacer periodismo independiente; tal como lo evidencia su editorial de noviembre de 1973 pidiendo la dimisión de Nixon, por el escándalo Watergate, porque – argumentaba- " la pesadilla de esta incertidumbre debe terminar".

¡Vaya contraste con este país, España, en el que vivimos! Cuando, aquí, la prensa - con raras excepciones - en lugar de verdad, rigor y fidelidad a los hechos contados, aporta parcialidad y sesgo mediático. Y…¡no pasa nada!
____________
(*) Dimitió en 1974

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales

Mi foto
Este blog es el medio de expresar mis particulares reflexiones e ideas sobre la realidad que me rodea, así como las sugeridas por la lectura de libros y artículos de prensa. No es crítica literaria, no tengo conocimientos para ello. Expongo , tras muchos esfuerzos, lo que mi corazón me dicta. No es mi intención la de ofender ni herir a nadie. Tampoco, pues, me gustaría ser objeto de heridas u ofensas por discrepar con mis particulares opiniones y gustos.