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2 de julio de 2013: Han transcurrido dos
años desde mi nota adicional al comentario sobre el libro de Graham
Green, El Capitán y el enemigo. Tiempo en el que mi concepto sobre el
periodismo practicado en este trocito de España en el que me ha tocado vivir
lejos de mejorar ha empeorado. Porque entiendo que unas veces con su
silencio, y en otras muchas por su interesada y premeditada parcialidad en la
información facilitada, han contribuido de manera muy eficaz a la
situación crítica en la que de modo especial y más grave está sumida nuestra
comunidad, Cataluña. Y muestra de ello es ver la implicación de estos medios en
el sobado tema del derecho a decidir como preludio de una separación de la
nación española. Mientras se sigue silenciando los grandes escándalos
financieros económicos, los fraudes y las más que posibles apropiaciones de caudales
públicos que como plaga divina han asolado y asolan a la región, en estos
ya treinta y tantos largos años desde la muerte del dictador en su cama. Se
falsea la historia con mentiras fáciles de refutar con sólo revivir la
información guardada en las hemerotecas. Deliberadamente se oculta el estado de
la sanidad pública y de las restricciones, recortes y privatizaciones a favor
de terceros relacionados con los que están gobernando que se han practicado en
ese sector. Y se las encubre de modo que parezcan resultado de las últimas
políticas del gobierno central. No se habla, se informa concienzudamente, de la
proliferación de negocios y comercios de chinos que, al presente, dominan y se
extienden por amplísimas zonas de Barcelona. Se ignora y se hace ignorar el
fracaso imperante en nuestras aulas, concretamente en las públicas. Muchas de
las cuales se han convertido en lugares de recogimiento que no de educación y formación. Y…pero creo
que con lo enumerado es suficiente.
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