Me cortaré... La vuelta al cole (III).

Hoy, 8 de septiembre de 2008, comenzarán las clases en muchos de los colegios españoles. Me pregunto cuántos serán los padres insatisfechos y decepcionados con el centro escolar al que deberán enviar finalmente a sus hijos, obligados por las leyes imperantes en materia- dicen- de Educación y Enseñanza. Me quedaré sin respuesta. No (les )interesa.

En este día y próximos siguientes, los telediarios de las distintas cadenas, todas dóciles a los que mandan, nos venderán las imágenes de la vuelta al cole , muy similares a las de años anteriores, con el llanto de los más chicos, algunos escolares contentos del regreso y las más de unas mamás contentísimas de poder dejar a su muchachada en un lugar donde les “ cuiden” otros. Y ya está. Se acabó.

A seguir rodando la rueda de desaciertos e incuria sistemática en la que se ha convertido el sistema general de enseñanza y educación de este país llamado España. Y continuar siendo los alumnos españoles de los últimos en entender lo que leen, en ciencias, etc. Pero, de los primeros, primerísimos, en drogas, violencia,sexo, etc. Al mismo tiempo que, todos aquellos padres y tutores que se afanaron, sin éxito, por alcanzar plaza en un colegio concertado donde confiaban sus hijos recibieran educación en conocimientos, creencias y valores similares a los por ellos recibidos, verán frustados sus deseos y esfuerzos. Mientras los que obligados por este pésimo sistema lo consiguieron cortándose un dedo, divorciándose, empadronándose en casa de un familiar, o realizado cualquiera de las trampas posibles para tener puntos y alcanzar el derecho universal de educar a sus hijos según criterio propio, vivirán, lo que queda del curso, con el miedo y la angustia de ser sorprendidos en su trampa por algún sabueso pagado por otro padre desesperado y defraudado porque no tuvo la esperada plaza en el colegio deseado para su hijo.

Así las cosas, tenemos que son los miembros de la sociedad los que luchan entre ellos por obtener unos derechos comunes y extensibles, alcanzables por todos, en cualquier democracia. En cualquier país del mundo libre y realmente democrático- aclaro. País en el que, contrariamente a lo que aquí ocurre, los derechos e intereses comunes de la mayoría, priman sobre lo particular o de unos pocos.