martes, 10 de junio de 2008

Y fue niña, noviembre 01, 2005

He leído sobre la polémica que suscita el nacimiento de una niña como fruto primero del matrimonio del heredero de la Corona. Su propio padre, feliz y emocionado, reconoció sólo su carácter de infanta y que corresponderá al gobierno y a las Cortes la correspondiente modificación en la Constitución, para que dicho bebé hembra pueda crecer y ser educada como legítima sucesora de su padre. Hoy príncipe, mañana, si los políticos no rompen antes el" invento", podría llegar a convertirse en Rey de España.
Sin embargo, parece que, en este país, no hay cosa que suceda que no implique controversias y discrepancias. Y si grande es la creada por lo del nuevo estatuto catalán, lo de la niñita y sus posibilidades actuales, según leyes vigentes, de ser la heredera y sucesora, por su condición de primogénita, no es fácil. Como aquél, el estatuto catalán, su solución está en las mismas manos, el Parlamento Español. El caso es que unas veces porque a los políticos les interesa y les da la gana y otras porque el azar lo ha querido, siempre tenemos discusiones y casi monotemas que nos entretienen y absorben. Que nos impiden ver las cosas como son. Mientras, en la práctica cotidiana, sube el gas. El Ayuntamiento barcelonés multará a los top mantas, a las prostitutas y a sus clientes, y también a los mendigos. En un pueblo de Granada unos okupas se han adueñado de un grupo de viviendas y allí están, mientras los otros permanecen fuera, suplicando que el Estado de Derecho les devuelva lo suyo y les ampare. Y , por citar otro ejemplo , para mí importante, el hecho de la aversión hacia, en general, todo lo catalán, gentes, productos, etc. desatado a raíz de lo del estatuto . Porque, intencionadamente, se han mezclado los conceptos de gobernados y gobernantes.

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Este blog es el medio de expresar mis particulares reflexiones e ideas sobre la realidad que me rodea, así como las sugeridas por la lectura de libros y artículos de prensa. No es crítica literaria, no tengo conocimientos para ello. Expongo , tras muchos esfuerzos, lo que mi corazón me dicta. No es mi intención la de ofender ni herir a nadie. Tampoco, pues, me gustaría ser objeto de heridas u ofensas por discrepar con mis particulares opiniones y gustos.