Estuve leyendo los resúmenes de noticias enviados por PD . Me detuve en la lectura de dos artículos, uno titulado 'Mala conciencia' firmado por Luis Oz , y otro sobre el enfrentamiento que, según Javier Arenas, ex –director de RNE, perdura entre los periodistas a raíz de las informaciones vertidas y actuaciones tendenciosas de algún grupo mediático los días 11-M al 14-M(*). Enfrentamiento que - afirma Arenas - no existe en la sociedad. Discrepo, pues, con Javier Arenas. Yo creo que también entre la gente común hay una división profunda de opiniones acerca de las informaciones e intervención de ciertos medios en esos tristes días y, especialmente, el día 13.
Resulta incomprensible y doloroso que, un año después, queden incógnitas, afirmaciones y acusaciones mutuas pendientes de confirmación o refutación en torno a "todo" lo que pasó en esos tres días. Porque ello genera confusión. Pero, y también, hartazgo y una enorme desconfianza de todo lo que dicen y hacen los periodistas en este país. Alineados, siempre, a favor o en contra del partido que gobierna; y olvidando los principios y obligaciones dimanantes del buen ejercicio profesional.
Cuando existen hechos graves superiores, independientemente de ideas y afinidades políticas de cada uno, es imprescindible distinguir entre bien y mal, o lo "bueno" y lo "malo", hágalo quién lo haga. Por ello, entiendo necesario saber con certeza si alguno de los grupos mediáticos ejerció dolosa manipulación con engaños y entuertos; o si, por el contrario, no los hubo. Además, es posible. ¿No existen, acaso, modos técnicos y objetivos que permitan averiguarlo, aunque para ello fuera necesario la intervención judicial? Pienso que sí, que los hay. Porque vivimos en una época de alta tecnología aplicada a los medios audio visuales y en los ordenadores queda fiel registro de todo. Es decir, lo borrado, modificado, emitido, horarios, etc. etc. Luego, si queremos, podemos conocer la verdad.Pero hay otro testimonio indestructible: la gente. Sí, la gente; nosotros todos. Durante esos tres días, especialmente el día 13-M, la gente ¿qué oyó, qué vio, quién o quiénes eran los incitadores, los sms recibidos, los correos electrónicos a qué se les incitaba, qué contaban...?
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(*) Recomiendo la lectura íntegra del largo artículo aquí enlazado.
Cuando existen hechos graves superiores, independientemente de ideas y afinidades políticas de cada uno, es imprescindible distinguir entre bien y mal, o lo "bueno" y lo "malo", hágalo quién lo haga. Por ello, entiendo necesario saber con certeza si alguno de los grupos mediáticos ejerció dolosa manipulación con engaños y entuertos; o si, por el contrario, no los hubo. Además, es posible. ¿No existen, acaso, modos técnicos y objetivos que permitan averiguarlo, aunque para ello fuera necesario la intervención judicial? Pienso que sí, que los hay. Porque vivimos en una época de alta tecnología aplicada a los medios audio visuales y en los ordenadores queda fiel registro de todo. Es decir, lo borrado, modificado, emitido, horarios, etc. etc. Luego, si queremos, podemos conocer la verdad.Pero hay otro testimonio indestructible: la gente. Sí, la gente; nosotros todos. Durante esos tres días, especialmente el día 13-M, la gente ¿qué oyó, qué vio, quién o quiénes eran los incitadores, los sms recibidos, los correos electrónicos a qué se les incitaba, qué contaban...?
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(*) Recomiendo la lectura íntegra del largo artículo aquí enlazado.
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