He leido una noticia que me ha llamado poderosamente la atención: Un escolar de diecisiete años lleva catorce sufriendo acoso escolar. Con el fin de obtener mayor información he leído La Razón y Terra. Los datos y antecedentes aportados por ambos medios son muy similares: un muchacho de diecisiete años es enviado por sus padres a una población distante doscientos kilómetros de Sant Vicenç dels Horts, localidad donde viven, muy cercana a Barcelona. Con esta medida sus padres persiguen poner fin a la situación de acoso sufrida por su hijo durante toda su vida escolar. Amenaza extendida a alguno de sus familiares. Circunstancia conocida, tanto por el colegio como por los responsables de Ensenyament.
La noticia me ha sorprendido, tanto por el hecho en sí, realmente increíble; pero también por sus implicaciones. Testimonio elecuente de lo malo, realmente malo, malísimo de nuestro sistema educativo. De su ineficacia y del absurdo engranaje de normas, disposiciones y cuerpo de funcionarios adscritos al mismo, incapaces, por lo que se ve, de hacer que la escuela sea eso, y sólo eso, una escuela: un lugar donde los más pequeños reciben la formación y el conocimiento debido.
¿Cómo puede ocurrir?, ¿por qué se ha tardado tanto tiempo?, ¿quién o quiénes son los responsables a los cuales exigir? , ¿dónde está nuestra conciencia colectiva que permite estas cosas?
La noticia me ha sorprendido, tanto por el hecho en sí, realmente increíble; pero también por sus implicaciones. Testimonio elecuente de lo malo, realmente malo, malísimo de nuestro sistema educativo. De su ineficacia y del absurdo engranaje de normas, disposiciones y cuerpo de funcionarios adscritos al mismo, incapaces, por lo que se ve, de hacer que la escuela sea eso, y sólo eso, una escuela: un lugar donde los más pequeños reciben la formación y el conocimiento debido.
¿Cómo puede ocurrir?, ¿por qué se ha tardado tanto tiempo?, ¿quién o quiénes son los responsables a los cuales exigir? , ¿dónde está nuestra conciencia colectiva que permite estas cosas?
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