Alguna vez, mientras leía las etiquetas de las prendas de vestir, para marcar la temperatura de plancha o escoger el programa de lavado más adecuado, me ha llamado la atención que, cuando eran de conocidas marcas, nacionales o internacionales, casi siempre estaban hechas en países muy lejanos al de la nacionalidad del poseedor de la marca registrada.
Turquía, China y hasta Lituania son algunos de los países que he ido leyendo en el obligado "Made in...". Todos, insisto, a miles y miles de kilómetros del lugar en donde está ubicada la sede central del llamado “fabricante”. También a miles de kilómetros de los diferentes lugares del Mundo, en donde se venderán a precios más o menos asequibles para un público medio; a pesar de llevar ello incorporado un buen margen de beneficio para el que se dice "fabricante", siendo- como es- sólo un vil "traficante".
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