Pero, vayamos al asunto. Hoy,
28 de diciembre, se conmemora a “
Los Santos Inocentes”, fecha en la que la tradición católica recuerda a los niños muertos por los esbirros
de
Herodes, siguiendo
sus órdenes. Ello me ha traído a la mente a la niña, hija de la presa, una
criatura de padres separados.
Una de
las muchas que existen hoy en España; esos inocentes destinatarios de unas
leyes hechas por teóricos juristas cuya
interpretación personal de jueces y fiscales,
en la práctica real, los ha
convertido en un
objeto de reparto entre sus progenitores. Es decir, el hijo como un
todo divisible al cincuenta por ciento entre sus padres. Así, el inocente, es obligado por un acuerdo legal o decisión judicial
a repartirse entre papá y mamá los
fines de semana, las vacaciones de verano, la Semana Santa, las Navidades,
etc., o en resumen,
ahora con la una y
la próxima vez con el otro. Esto es la regla generalizada en separaciones y
divorcios. Pienso que con su aplicación
para
nada se tiene en cuenta al niño y su circunstancia individual. Por ejemplo,
si es un bebé o niño chiquito que por naturaleza común a los mamíferos, en esas
etapas de la vida está forzosamente
vinculado al progenitor hembra de la especie. No, legisladores y jueces, despreciando la
Naturaleza,
equiparan el rol del macho
con el de la hembra en el cuidado de la prole; y, consecuentemente,
consideran justo y hacen legal la custodia compartida y que los niños deambulen entre uno y otro, o
de una a otra casa, y su desarrollo emocional y psíquico fluctué,
constantemente, entre dos ambientes en muchas ocasiones enfrentados y en
beligerante discrepancia. ¿Eso es bueno? ¿Justo para la criatura? Pienso que
no. Que
jueces y fiscales deben involucrarse más en la resolución de estos
conflictos y con justicia (pero también
rapidez) fallar a favor del progenitor con mayor aptitud natural y méritos demostrados o demuestre, por su
entrega y dedicación, para
la obra
de crianza y educación de sus hijos. El juez ( la justicia), creo,
debe tener
la obligación de
averiguar si se está utilizando a los niños por uno de los ex-cónyuges para
fastidiar al otro, o para quedarse con la vivienda o con los bienes comunes del
matrimonio. Y, dado el caso,
sancionar
con máximo rigor el incumplimiento de las asignaciones mensuales y de los
compromisos establecidos para la manutención de los hijos. Incumplimientos
que, como vulgarmente se dice, caen en saco roto. Se incumplen y no les pasa
nada a los que los incumplen.
Y, para terminar, querría señalar cómo algunos de estos procesos de separaciones o divorcios, principalmente
en las causas que hay niños de por medio terminan siendo una fuente inagotable
de dinero para abogados y procuradores de escasa entidad moral; quienes, a
sabiendas de lo que hacen, aconsejan mal a sus en apariencias “defendidos”,
y/o hasta llegado el caso, les inducen al continuo planteamiento de nuevas
reclamaciones y pleitos judiciales que justifiquen el cobro de sus minutas de honorarios.
Gentes, indudablemente, sin ética ni moral alguna. Que sólo ven el ejercicio de
su profesión como medio para ganarse bien la vida, sin importarles para nada el
triunfo de la justicia ni el bien del prójimo, aunque ese prójimo, en último
término, sea un niño.
oooOOOooo
4 de noviembre de 2022: La muerte de una criatura asesinadapor uno de sus progenitores, en este caso por su madre, vuelve a ser noticia y
también objeto de polémica y politización, circunstancias que desvirtúan, según
creo, el verdadero quid de la cuestión: la indefensión de los niños y de la continua arbitrariedad
en las decisiones judiciales de que son objeto en las múltiples causas de
separación y divorcio que se llevan a cabo en España, que en este suceso
tenemos un ejemplo.
En las separaciones y divorcios con niños de por medio, por regla
general, éstos se convierten en materia de reparto, del mismo modo que los
bienes patrimoniales. Y no es, ni debería ser así, porque un niño no es una
cosa, es un ser vivo que siente y padece, y precisa, además, según su edad, de
distintos cuidados y atención. Y aunque
las leyes de género pretendan negar las
evidencias, hay diferencias clamorosas entre el progenitor varón y la hembra,
provistos éstos por la sabia Naturaleza (para mí por Dios), de particulares
atributos en su función de procreación y
conservación de la especie. Atributos y roles que son obviados muchas veces por
los jueces, en su afán de conciliar sus
fallos y sentencias a satisfacción de las partes litigantes.
Del mismo modo, es decir alejados del sentir del niño o niña
en cuestión, en los casos de la compartida, son las criaturas las que se
moverán continuamente de la casa de uno y otro padre. Es decir, ellos, los adultos, deciden disolver la
unión conyugal, pero son los pequeños, los hijos, quienes soportarán los
continuos traslados de un hogar a otro. En algunos casos por semanas,
otros por meses, y hasta por días. Y cuando lleguen las vacaciones y fiestas,
pues más de lo mismo, ahora con el uno, luego con la otra, independientemente
de los deseos del niño, pues éstos no cuentan. En resumen, siempre con la
mochila o maletita a cuestas.
Situación que puede
revista mayor “incomodidad” para el pequeño ser cuando en sus dos hogares
compartidos tenga alguien “no deseado” reemplazando la figura del papá o la
mamá, y la existencia de hermanos que sí tienen el privilegio de un lugar fijo
con padre y madre.
Resumiendo, de los pequeños nadie (ni legislador, ni jueces, ni
fiscales ni abogados, ni mediadores,…) se acuerda, nadie los tienen en cuenta,
pues con el fin de dar contento a los progenitores o a uno de ellos, tal como
en el bíblico caso de la sentencia salomónica son partidos por la mitad.
Y aunque el comentario se hace demasiado largo, no puedo
dejar de hablar acerca del negocio que para mucho abogado sin prejuicios
morales son, al presente, las causas de separación y divorcio. Convertidas,
intencionadamente, en eternas fuentes de ingresos para ellos. Demandas,
recursos, reconvencionales, etc. … Interminables litigios que a la larga son
ganados por aquella de las partes con superior capacidad económica, capaz de
soportar el chorreo continuo que constituyen las minutas de abogados y
procurados, así como las tasas y costas judiciales.
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