Continuación.
Terminaba ayer en el punto de la para mi evidente e ineludible responsabilidad del Protectorado en toda esta maraña del Palau. Me pregunto, pues, si , quizás, fuera ésta la causa de las, en apariencias, controvertidas decisiones del juez; ya que arbitrar justicia es dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece, y para el juez que instruye el caso bien claro está que el tandem Millet-Montull no pudieron sangrar la chiva del templo del Palau, sin que otros la aguantasen y les facilitaran su sangrado. Algunos de los cuales, sin duda, tenían mayor responsabilidad en el cuidado de la “chiva”. Eso por un lado.
Y por otro, la consideración, nada despreciable en la condición humana, de la natural condescendencia ante el Poder. En este punto, la experiencia nos trae a la memoria múltiples ejemplos de la desigualdad ante la ley. Ya que no es tratado igual uno que roba un televisor que el magnate, ex- presidente de un banco, que, con sus compañeros del consejo de administración, se alzó con 3.278 millones de las antiguas pesetas. El ladrón del televisor entrará en la cárcel aunque hayan pasado unos cuantos años de su delito, mientras el banquero y compinches , tras innumerables aplazamientos, recursos y apelaciones, que demoran casi indefinidamente el fallo final, cuando éste se produce, si no les ha exonerado de la culpa, si les habrá eximido de cumplir condena. O aquel otro ejemplo, muy escandaloso, del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que responsabilizó a un obrero de un accidente laboral que le dejó parapléjico por actuar 'con exceso de celo'. Un tribunal inferior había fallado a favor del obrero que había quedado parapléjico a raíz de un accidente laboral, mientras trabajaba sin las requeridas normas de seguridad prescritas por la ley , incumplimientos por los cuales la empresa había sido , con anterioridad, sancionada. En fin, ¡humana justicia!
Sigue.
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