sábado, 24 de mayo de 2008

Rey de España, mayo 14, 2005

He leído la respuesta dada por Juan Carlos I de España a la pregunta de si haría como Balduino I de Bélgica que abdicó por treinta y seis horas , en 1990, para no refrendar la ley del aborto aprobada por el gobierno belga, por ser ésta contraria a los principios morales cristianos de su" conciencia". El Diccionario, “(Pequeño Espasa 1986) define conciencia como “ conocimiento interior del bien que debemos hacer y del mal que debemos evitar”.

Al parecer, la respuesta "Soy el Rey de España y no el de Bélgica" lleva implícita una diferencia que yo no sé hallar partiendo del supuesto de que la conciencia de nuestro rey(el de España) se fundamentara en parecidos principios que los del rey belga, y en la misma lealtad . Porque, en cuestiones de índole moral, de conciencia y de Ética, no hay distingos entre ser de alta cuna o pertenecer al pueblo llano. Como tampoco las hay entre ser de Madrid o de Barcelona, del Carmelo o de Pedralbes, de España o de Bélgica o, de derechas o de izquierdas. Lo bueno es bueno y lo malo es malo hágalo quien lo haga. Todo ser humano tienen una conciencia, atributo que le diferencia de los otros animales de la Creación y debe actuara según la misma , rey o súbdito.Después del famoso proceso contra los criminales de la Alemania Nacional Socialista, celebrado en Nuremberg, quedó establecida la culpabilidad o responsabilidad plena de los crímenes y abusos cometidos por cualquier individuo alegando el cumplimiento de órdenes superiores, y creó un precedente o establecimiento claro de que nadie está obligado a actuar contra su conciencia o principios alegando cumplimiento de la legalidad. Ni tampoco queda exonerado de responsabilidades por cumplir disposiciones injustas y perjudiciales contra sus congéneres.

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Este blog es el medio de expresar mis particulares reflexiones e ideas sobre la realidad que me rodea, así como las sugeridas por la lectura de libros y artículos de prensa. No es crítica literaria, no tengo conocimientos para ello. Expongo , tras muchos esfuerzos, lo que mi corazón me dicta. No es mi intención la de ofender ni herir a nadie. Tampoco, pues, me gustaría ser objeto de heridas u ofensas por discrepar con mis particulares opiniones y gustos.