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28 de noviembre de 2011 Esta obra de
Steinbeck la leí hace unos quince años y aunque he olvidado muchos detalles y
personajes de la historia, no olvidé la dramática situación a la que se ve arrastrada un grupo de gentes
modestas por un cúmulo de abusos e injusticias sociales y
económicas. Familias
de campesinos que pierden sus tierras,
sus viviendas,… todo. Miseria de la que tratarán de escapar marchando de sus
lugares de origen a otros que, según les han contado, les esperan, cual Tierra
Prometida. La tanta canallada
descrita en la novela me impresionó.
Más recientemente, leí “Cuan verde era mi valle”, de Llewellyn, que en cierto modo, según creo, aborda similar cuestión. Es decir, los nefastos resultados de la avaricia desmedida de unos pocos, para los muchos de un lugar cualquiera del mundo. De unos pocos, ya ricos y poderosos, pero cuyas ambiciones e intereses particulares, en virtud de sus alianzas con el poder político, están por encima del bien común. Y mientras ellos son cada vez más ricos y poderosos, sus congéneres, en muchas ocasiones empleados y trabajadores suyos, ven y sufren con el envilecimiento general de sus condiciones laborales, sociales, económicas y morales, antaño buenas. Todas, al unísono, se van deteriorando a pasos agigantados; sin que, por otra parte, los poderes públicos hagan nada efectivo para, si no evitarlo, al menos frenarlo. Con el absurdo adicional que los sindicatos obreros no actúen en consonancia con esta dinámica y estén entretenidos en otras cuestiones alejadas de los problemas propios e intrínsecos de la clase trabajadora.
Más recientemente, leí “Cuan verde era mi valle”, de Llewellyn, que en cierto modo, según creo, aborda similar cuestión. Es decir, los nefastos resultados de la avaricia desmedida de unos pocos, para los muchos de un lugar cualquiera del mundo. De unos pocos, ya ricos y poderosos, pero cuyas ambiciones e intereses particulares, en virtud de sus alianzas con el poder político, están por encima del bien común. Y mientras ellos son cada vez más ricos y poderosos, sus congéneres, en muchas ocasiones empleados y trabajadores suyos, ven y sufren con el envilecimiento general de sus condiciones laborales, sociales, económicas y morales, antaño buenas. Todas, al unísono, se van deteriorando a pasos agigantados; sin que, por otra parte, los poderes públicos hagan nada efectivo para, si no evitarlo, al menos frenarlo. Con el absurdo adicional que los sindicatos obreros no actúen en consonancia con esta dinámica y estén entretenidos en otras cuestiones alejadas de los problemas propios e intrínsecos de la clase trabajadora.
En la obra de Steinbeck, el escenario es un
lugar de los EEUU de
Norteamérica. Sus protagonistas son campesinos de Oklahoma que lo han perdido
todo, acosados por los acreedores bancarios, y se ven obligados a emigrar a California; zona entonces con
grandes necesidades de mano de obra barata para sus grandes explotaciones
agrícolas. Lugar en que estos pobres
inmigrantes esperan hallar un paraíso, y, en cambio, encontrarán un
infierno donde serán vilmente
explotados, y trabajarán, los que trabajen, en condiciones de semi esclavitud, por
salarios ínfimos, realizando los trabajos más pesados, en condiciones vejatorias e indignas para el
ser humano. Y, encima, serán diana de los desprecios de los californianos del
montón, o sea, de los económica y socialmente como ellos, pero naturales de
California que ven en ellos un peligro cierto para sus actuales condiciones de trabajo.
En “Cuán verde
era mi valle” la trama se desarrolla en Europa. Es un libro grueso, muchas son, pues, las páginas escritas por Llevellyn, describiéndonos la regresión de las
condiciones laborales, sociales y económicas del colectivo minero de un pueblo de
Gales, en el Reino Unido. A través de los distintos y numerosos miembros de una
familia galesa, el autor nos relatará cómo van desapareciendo la bonanza general
de la que disfrutaban aquellas gentes, tanto en su entorno social, como en el
laboral y también en el entorno natural, ya que los negros residuos de la mina
de carbón se extienden y van cubriendo la verde campiña del
valle.
Ambos libros fueron llevados al cine por John Ford, el famoso cineasta
estadounidense. “Las uvas de la ira”, en 1940 y “Qué verde era mi valle” en 1941.
En alguna otra ocasión he manifestado que me agradaría la existencia de un libro o película que describiera, sin sesgos ideológicos de ningún tipo, la realidad que las gentes de este país estamos sufriendo
desde que la llamada democracia fue instaurada en España. Que a modo de testimonio verídico,nos permitiera ver el antes y después, pero- insisto-
de manera veraz e imparcial.
Si bien el comentario se hace algo largo, a modo de ejemplo, citaré el sistema financiero español. Otrora modelo de solvencia, dinamizador económico a través de las carteras industriales en poder de bancos y cajas, y, también, uno de los grandes empleadores del factor trabajo, con plantillas de miles de empleados que gozaban de retribuciones y condiciones laborales superiores a las de otros sectores empresariales; así como la seguridad de tener un trabajo estable. ¿Qué, pues, ha sido de aquellas vetustas instituciones?¿Qué de sus carteras industriales?¿Qué de la estabilidad laboral de sus empleados?¿Qué del crédito a pymes, a los autónomos y a las familias? ¿Qué de la honestidad de los banqueros? ¿Qué hace el controlador bancario, es decir, el Banco de España? La respuesta es, como en la famosa
película protagonizada por Vivian Leigh y
Clark Gable, “Lo que el
viento se llevó”, aunque, particularmente, prefiero una traducción literal, "ido con el viento", con el viento, eso sí, de la avaricia sin límites de unas élites golosas y aprovechadas .
17 de enero de 2018: En la actualidad estoy leyendo la famosa novela de Margaret Mitchell , "Lo que el viento se llevó". Siendo muy joven la leí, y también, en dos o tres ocasiones, he visto la popular película basada en el libro. No obstante- acaso por mis ya muchos años- no puedo dejar de sentir gran admiración por la escritora norteamericana y su capacidad para dejar constancia de modo tan interesante y bello, de uno de los momentos históricos- pienso- más trágicos de la historia de su país, los Estados Unidos de Norteamérica, cuando la guerra civil entre el industrializado Norte, y el agrícola Sur, con sus grandes plantaciones de algodón y dotaciones también numerosas de esclavos negros. La versión que estoy leyendo es antigua, de los años cuarenta del pasado siglo XX,un libro de más de mil cien hojas con letra pequeña. Parece un devocionario dado su grosor y el amarillo de sus hojas. La historia de amor entre Escarlata y Rett, que de joven tanto me entusiasmara, queda completamente en un segundo o tercer plano, absorbida mi atención e interés en la detallada descripción de los ambientes, las costumbres y los perfiles humanos de los distintos personajes, tanto principales como secundarios. Todos ellos del Sur, son sureños, blancos, negros, ricos, pobres, libres, esclavos, rústicos, urbanos, ...protagonistas en su conjunto de unos acontecimientos que cambiaron drásticamente su mundo. Mundo bien distinto.